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Rajoy con el alcalde que pone placa al Caudillo como si fuera un "Picasso" |
Hace años, y en la infancia, la pelea estaba
asegurada si alguien mojaba la oreja del adversario. También se producía
ante la clara intención de hacerlo, de mojarle la oreja. El provocador
se untaba un dedo de la mano con su saliva y tocaba con él, o lo
intentaba, la oreja del adversario.
Pero a veces el
reto a pelear con alguien era obra de terceros. Eran expertos en
provocarlas, bien porque conocían cierta animadversión entre los
previsibles adversarios, bien porque sabían cómo provocar enfrentamiento
entre ellos sobre la base de infundios, calumnias, etc. A veces no
caían en la trampa de terceros y la pelea no llegaba a término; otras
veces, se daban cuenta del “engaño” una vez que se habían peleado.
Este dicho popular, “mojar la oreja”, ha sido utilizado
por el presidente del Gobierno en funciones y líder del PP, Mariano
Rajoy, durante el almuerzo-mitin de Badajoz para enfrentar al PSOE con
Podemos. Como antaño en los juegos, Rajoy hace de tercero. Y como
aquellos terceros, eleva la voz para agrandar el supuesto agravio y el
número de espectadores de la pelea. “Que sepan unos que otros les están
mojando ya la oreja”, exclama Rajoy, con la intención de que la pelea
cunda por las tierras de España entre socialistas y podemitas.
Puede que las bases de sendos partidos no caigan en la trampa de Rajoy,
o puede que sí. O puede que una parte sí y la otra no, y ya sabemos
del dicho: “dos no riñen si uno no quiere”. Lo cierto es que el daño
social está hecho y conocemos los manijeros del mismo. Sería tremendo
que continuaran campando a sus anchas los autores del austericidio
mientras dos se laman las heridas por aquello de la oreja mojada que
dice un tercero.
Tanto socialistas como podemitas deben tener claro que la oreja a mojar políticamente es la de Rajoy, sin duda alguna.