El
Consejo Superior de las Cámaras de Comercio denuncian que cuatro de
cada cinco Pymes tienen problemas para conseguir financiación; el
presidente de la patronal bancaria, Miguel Martín, declara que antes de
la crisis financiera fue la recesión; el Gobierno pierde la paciencia
con la banca, dice el ministro de Industria, Miguel Sebastián; el
presidente del Santander, Emilio Botín, asegura que la banca haría un
flaco favor a la economía española si concediera créditos de forma
irresponsable; la Federación Provincial de la Pequeña y Medina Empresa
de la Construcción de Cáceres (Pymecon) advierte que retirarán
masivamente el dinero que tengan en los bancos si las negociaciones con
ellos no dan resultado.
Mientras
tanto, la última Estadística del Procedimiento Concursal del INE revela
que el número de ciudadanos que se declararon insolventes en 2008 casi
se multiplicó por cuatro, en tanto que las empresas y autónomos en
concurso de acreedores crecieron un 187,3%, (Extremadura registró 28
casos); en total el año pasado se declararon insolventes más empresas y
ciudadanos particulares que en 2005, 2006 y 2007 juntos.
En
plena caída del empleo, con empresas asfixiadas por falta de liquidez,
están de más las acusaciones de unos sobre otros, los balones fuera, y
la espera inmisericorde del deterioro mayor de la situación para sacar
rentabilidad política sobre la base del cuanto peor, mejor.
Necesitamos urgentemente dirección política clara, autoridad
indiscutible y capacidad de gestión del Gobierno, pero también el
patriotismo real, vía hechos, de quienes tanto dicen amar a España.
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