Desde
el convencimiento de que la principal labor del Consejo General del
Poder Judicial es velar por la independencia judicial, es inadmisible
que el vicepresidente de dicho Consejo, Fernando de Rosa, no sea
expedientado por dicho órgano cuando ha manifestado públicamente que
Baltasar Garzón lo que tiene que hacer es “levantar el secreto de sumario e inhibirse del caso, porque si no lo hace podría pasar la línea roja de la prevaricación”, haciendo flaco favor a la independencia que debería defender.
Vendrán
las argucias legales sobre si las conversaciones han sido grabadas
legalmente o ilegalmente, los pertinentes y dilatorios suplicatorios, la
puesta en marcha del ventilador para enmerdarlo todo con “y tú más”,
aderezado con los enredos sobre si el ministro cazó en compañía y sin
licencia.
Demandamos
catarsis, tanto en la forma como en el fondo de las cuestiones que nos
ocupan, porque la ciudadanía empieza a estar asqueada y herida su
confianza sobre las garantías para que no sea distraído o apropiado lo
que es de todos, el dinero público. También agradeceríamos que se retire
de la circulación a quien conduce sin carné, pues a veces el dedo que
señala el fuego adquiere la categoría del fuego mismo, sin serlo.
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