Tres de cada cuatro europeos muestran desafección hacia lo políticos; en España son uno de cada tres.
A
ello han contribuido, por una parte, la posición contraria a los
intereses europeos que tuvieron los dos vigías de occidente, junto con
Durâo Barroso (actual presidente de la Comisión Europea) ante la ilegal
guerra de Irak; por otra, el populismo y vodevil italiano, junto con la
corrupción generalizada de la clase política del Reino Unido.
En
la medida que se incrementa la desafección hacia los políticos
europeos, se reduce el papel de Europa en la gobernanza mundial y crece
la derecha extrema.
Cortar
las causas de la desafección es necesario y urgente; por ello, el voto
7-J debe servir para que en el Parlamento Europeo no acabe siendo el
lobo quien cuida de las ovejas.
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