La
reforma del mercado laboral llega después que los ciudadanos hayamos
constatado como en la etapa de gran crecimiento económico la mayor parte
del empresariado de España apostó por proyectos de rápidos beneficios y
no dedicó la parte necesaria del excedente a la reinversión en su
empresa.
No esperamos que este empresariado cambie su modus operandi con el Real Decreto-Ley 3/2012 de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, sino todo lo contrario. Pues, la eliminación de la autorización administrativa de los despidos colectivos, el límite de la prórroga de los convenios a dos años, la desaparición de los salarios de tramitación, las rebajas unilaterales de sueldos y la descentralización de los convenios colectivos decantan la balanza de las relaciones laborales hacia su lado.
No esperamos que este empresariado cambie su modus operandi con el Real Decreto-Ley 3/2012 de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, sino todo lo contrario. Pues, la eliminación de la autorización administrativa de los despidos colectivos, el límite de la prórroga de los convenios a dos años, la desaparición de los salarios de tramitación, las rebajas unilaterales de sueldos y la descentralización de los convenios colectivos decantan la balanza de las relaciones laborales hacia su lado.
Destapada la intención de fondo de la reforma laboral: minar al máximo el papel y poder de los sindicatos, de los obreros, en la relación contractual de trabajo/capital,
los ciudadanos hemos comenzado a decir ¡no!, desde la calle. Los
sindicatos se apoyan en tales movilizaciones para exigir a Rajoy
negociar la modificación de la reforma laboral, que el PSOE pretende
recurrir ante el Tribunal Constitucional si Rajoy no la cambia. Sin
embargo el PP manifiesta que no piensa modificarla porque no afecta a
sus expectativas electorales del 25-M en Andalucía y Asturias.
Lo
cierto es que tanto el Gobierno como los poderes económicos y
mediáticos utilizan el 11-M como cortina de humo para restar apoyo a los
sindicatos. Un día es Gallardón, Aguirre y Botella quienes critican la
convocatoria de protestas laborales previstas para ese día; otro, es el
ministro del Interior, Fernández Díaz, quien abunda en más de los mismo
(por cierto, con un gran parecido al Arias Navarro de aquel 20-N). De
nada sirve que la asociación mayoritaria, presidida por Pilar Manjón,
apoye la manifestación prevista y evite entrar al juego de desprestigiar
y deslegitimar a los sindicatos. Ellos van a lo suyo: dumping social,
legislación antisindical y privatizaciones de los servicios públicos, o
sea el neo-thatcherismo como estilo de gobierno Rajoy.
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