Nosolomérida
Juan Carlos I |
Ayer la Casa del Rey informó que el propio Rey comunicó
al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que no iba a poder asistir
al despacho del lunes de Pascua porque estaría de viaje a Botsuana. Los
demás españoles (incluido Floriano, portavoz del PP) no sabíamos que el
Jefe del Estado estaba de caza en dicho país mientras los mercados
incrementaban la ofensiva sobre la deuda soberana de España (la prima de
riesgo superó los 430 puntos), y el IBEX 35 bajaba a niveles de 2009. Estaba de caza cuanto se iniciaba la crisis con Argentina por Repsol-YPF, y se celebraba la VI Cumbre de las Américas sin su presencia en la misma para defender nuestros intereses.
Es poco relevante si el Rey informó o no al Gobierno sobre dicha caza; tiene relativa importancia el coste por matar un elefante
(en todo caso la presunta invitación no incluye los gastos del médico y
tres escoltas que lo acompañan habitualmente, ni la manutención,
desplazamiento y alojamiento); y menos relevante aún, si la cacería fue organizada por la princesa que ha sido vinculada sentimentalmente con él durante los últimos años, Corinna Sayn-Wittgenstein.
La cuestión central es que, cuando todavía resonaban las palabras de su mensaje navideño “necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos”, y las ulteriores sobre ”el esfuerzo de todos” ante
tanto desempleo juvenil que le quitaba el sueño, descubrimos que el Rey
ha perdido los valores que aparentemente lo vestían. Se muestra más que
desnudo en la misma semana que se desplomó la confianza de los españoles en el Gobierno. Junto a la foto de rey cazado, aparece la de monarquía herida. Nos acordamos de: “Todo por España”, que dijo su padre cuando abdicó.
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