El
día 12 conocíamos que la tramitación de la Refinería Balboa sufre otra
demora, al frenar el Ministerio de Medio Ambiente la resolución de la
declaración de impacto ambiental. Por ello, el secretario general de
CC.OO., Ignacio Fernández Toxo, afirmó: «En
la medida que sean pasados los controles y las autorizaciones
pertinentes, creo que Extremadura y España necesitan proyectos de este
tipo»; y el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, comentaba: «Esto
significa siete años para poder poner en marcha una industria en la
región, sencillamente porque hay quienes piensan que nosotros no nos
podemos permitir ciertas cuestiones, y nos someten a un proceso al que
no se ha sometido en este país nunca a nadie».
Al mismo tiempo, supimos que dos refinerías habían obtenido los
permisos en la mitad de tiempo que la extremeña: la de Cepsa en Huelva
en 29 meses, y la de Repsol en Cartagena en 22. También descubrimos que
ninguno de los proyectos de Cepsa y Repsol recibieron una sola alegación
de ecologistas, que sitúan la contaminación en la de Balboa; de ahí el
largo proceso al que está sometido este proyecto. Sobre la base de
razones técnicas y ambientales, esperamos que se fundamente la decisión
final. Lo que nos faltaba es que fuera una decisión política, que
atendiendo a la situación actual de crisis resultara "pan para hoy, y hambre para mañana". Nos acordaríamos entonces de Toxo.
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