Parecía
como si no pasara nada, ni había señales de que fuera a pasar algo.
Nadie nos avisó, pero de pronto se mostraron públicamente y nos
presentaron su idea: "Hartos de la democracia actual, en pie para
fortalecerla". Pronto encontraron gran apoyo y compresión de la
ciudadanía, eran (y son) los que en primavera irrumpen contra quienes
deshumanizan de forma inmisericorde. Esta vez era en Madrid y 15 de
mayo, jóvenes de la indiferencia a la indignación para revitalizar la
política y liberarla del yugo del poder económico. Después se extendió
por España, y en eso están por la senda del diálogo, proposición y
movilización pacífica.
Las razones para continuar por dicha senda se multiplican, pero las acciones para alcanzar el fin siempre tienen que guiarse por la prudencia y reflexión. Los poderes económicos acechan cualquier circunstancia para desacreditarlos, y no ahorrarán esfuerzos para conseguirlo desde el poder mediático. Se juegan mucho en el envite, pero nosotros nos jugamos casi todo. De ciudadanos a siervos, es la partida.
Las razones para continuar por dicha senda se multiplican, pero las acciones para alcanzar el fin siempre tienen que guiarse por la prudencia y reflexión. Los poderes económicos acechan cualquier circunstancia para desacreditarlos, y no ahorrarán esfuerzos para conseguirlo desde el poder mediático. Se juegan mucho en el envite, pero nosotros nos jugamos casi todo. De ciudadanos a siervos, es la partida.
Quizás
sea demasiado pronto para apreciar si la maquinaria partidaria está en
disposición de tomarse en serio las demandas, más bien parece que
simulan propuestas cuyo único fin es perpetuar el actual sistema de
representación democrática, con algún que otro invitado más. Mientras
tanto, la ola de desafección a sus formas de hacer política crece. Sólo
los partidos necios mirarán para otro lado; otros tendrán que atender las
ansias de democracia de quienes están en pie para fortalecerla. Eso sí,
los inciviles de Barcelona no son de los suyos, aunque estén en la
misma orilla. Son de los otros, representan la antidemocracia.
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