En
la introducción del reciente acuerdo suscrito entre la patronal y los
sindicatos se recoge que pretende generar confianza a la población, en
la línea de mejorar sus niveles de consumo e inversión. Como las formas y
el contenido son de vital importancia en estos momentos, es
esperanzador que capital y trabajo se comprometan juntos a fortalecer a
España. Seguramente la ciudadanía valorará muy positivamente este
compromiso mutuo. Otra cosa son los profesionales de la política. Del “libertad, amnistía y estatuto de autonomía”,
hemos pasado a la libertad de aprobarse el sueldo que estimen
conveniente (sin atender la dimensión de la institución, ni relevancia
del cargo); la adquisición de derechos especiales sobre futuras
pensiones; los retiros especialmente retribuidos; así como al
sobredimensionamiento de cargos (consejeros, directores generales, y
otros) muchas veces innecesarios. La ciudadanía espera de ellos más que
gestos, hechos tangibles, pues viven del escaso erario público. Cada día
son más los que los sitúan en el campo de los privilegiados. No
gritábamos libertad…para eso.
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