El Periódico Extremadura: "Caballo de espuma"
Han pasado más de cuatro años desde
que Mariano Rajoy dijo que nadie podrá probar que Bárcenas no es
inocente. Y cinco meses desde que negara haber recibido sobresueldos en
dinero negro del PP y que esas prácticas existieran dentro del partido
del Gobierno tal y como apuntaban las fotocopias de las anotaciones
contables del extesorero Luis Bárcenas publicadas por El País. Sin
embargo, El Mundo publicó el 9 de julio que los papeles originales de
Bárcenas, que incluyen parte de la contabilidad B del PP, muestran el
pago de sobresueldos a Mariano Rajoy en 1997, 1998 y 1999 cuando era
ministro de José María Aznar . Esos cobros son presuntamente ilegales
porque vulneraban la Ley de Incompatibilidades de 1995 y, a la vez,
certifican que mintió cuando afirmó que nunca había recibido
sobresueldos. Ahora el PP impide que Rajoy dé explicaciones en el
Congreso sobre las últimas revelaciones relacionadas con el caso
Bárcenas.
Han pasado nueve años pero no olvidamos; en la memoria colectiva está la comparecencia del portavoz socialista Alfredo Pérez Rubalcaba ante la prensa en la noche del 13 de marzo de 2004 en la que declaró que "los ciudadanos españoles se merecen un gobierno que no les mienta, un gobierno que les diga siempre al verdad". Lo dijo después que el candidato a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy denunciara las manifestaciones ante las sedes del PP por parte de ciudadanos que se sentían engañados por un Ejecutivo que insistía en atribuir los atentados a ETA.
En estos días, independientemente de la valoración que hagamos acerca de si nos merecemos un presidente de Gobierno que ha tenido como tesorero a quién afirma que el partido del ejecutivo se ha financiado ilegalmente durante 20 años, está el asunto de los límites de honorabilidad y moralidad que los ciudadanos otorgan a sus gobernantes. Dimisión, crisis de Gobierno, elecciones anticipadas, etc., nada está por encima de la dignidad del pueblo. Se trata de la decencia de no tener que convivir con la miseria moral que arrastra este asunto. La gota que rebosará está al caer; ese empujón vendrá de los movimientos sociales porque la izquierda política bien parece que ni pueden ni quieren hacer nada. Mientras, la estudiante alemana Yanina Ruth sorprendida que la gente no pida la dimisión de Rajoy.
Manifestantes ante la sede del PP, Madrid julio 2013 |
Han pasado nueve años pero no olvidamos; en la memoria colectiva está la comparecencia del portavoz socialista Alfredo Pérez Rubalcaba ante la prensa en la noche del 13 de marzo de 2004 en la que declaró que "los ciudadanos españoles se merecen un gobierno que no les mienta, un gobierno que les diga siempre al verdad". Lo dijo después que el candidato a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy denunciara las manifestaciones ante las sedes del PP por parte de ciudadanos que se sentían engañados por un Ejecutivo que insistía en atribuir los atentados a ETA.
En estos días, independientemente de la valoración que hagamos acerca de si nos merecemos un presidente de Gobierno que ha tenido como tesorero a quién afirma que el partido del ejecutivo se ha financiado ilegalmente durante 20 años, está el asunto de los límites de honorabilidad y moralidad que los ciudadanos otorgan a sus gobernantes. Dimisión, crisis de Gobierno, elecciones anticipadas, etc., nada está por encima de la dignidad del pueblo. Se trata de la decencia de no tener que convivir con la miseria moral que arrastra este asunto. La gota que rebosará está al caer; ese empujón vendrá de los movimientos sociales porque la izquierda política bien parece que ni pueden ni quieren hacer nada. Mientras, la estudiante alemana Yanina Ruth sorprendida que la gente no pida la dimisión de Rajoy.
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