La Infanta entra en el juzgado de Palma |
Multitud de instantáneas recogen su continua sonrisa antes de entrar en los juzgados de Palma de Mallorca para declarar como imputada. La prensa regional, nacional e internacional tienen en sus portadas esas imágenes de dulzura y propias de alguien que se siente inocente. Esa sonrisa nos recuerda tanto a La Gioconda; y es tan diferente a la que mostró su marido Iñaki Urdangarín cuando fue a declarar al mismo juzgado (aquella parece propia de alguien que se siente culpable).
¿Sonríe
porque le hace gracia ser el primer miembro de la familia real
española que comparece ante un juez? ¿Sonríe por cortesía antes los
medios de comunicación, policías, abogados, etcétera que la reciben a
las puertas del juzgado? ¿Sonríe por los nervios? ¿Sonríe porque toca
contestar a modo manual Cásate y sé sumisa?
(Léase: “Cuando tu marido te dice algo, lo debes escuchar como si fuera
Dios el que te habla. Tienes que darle la razón aun cuando no la
tenga”).
Muchas
especulaciones sobre el porqué sonríe, pero al final ¿quién sabe
realmente por qué sonríe? Nos acordamos del artículo de Carmen Posadas: ¿Qué ha visto Gayet en Hollande?,
y de su respuesta: “Y es que al fin y al cabo, como diría Rocío Jurado,
¿qué sabe nadie lo que preferimos o no preferimos en el amor?”. Pues eso, y luego que digan.
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