A mediados del pasado mes de julio pedíamos que se suprimieran los 17 consejos consultivos de las Comunidades Autónomas porque el Consejo de Estado tiene competencias para asumir las tareas que desempeñan. Sabíamos el ahorro que supondría en las arcas públicas dichas supresiones, pero nos temíamos que tal propuesta no sería atendida porque la dinámica de colocar en ellos a políticos que aparentemente dejan tal oficio seguiría siendo práctica habitual. Acertamos, porque meses después tuvimos la muestra con el dimisionario ministro Alberto Ruíz-Gallardón, que pocos días después de abandonar su cargo pidió plaza en el Consejo Consultivo de Madrid y le fue concedida.
El Roto, 2 de octubre de 2014 |
Siendo
asunto de julio y septiembre lo de los consejos y consejero referido, lo cierto
es que ahora un tema relacionado con los consejeros es tratado como principal
por la opinión pública. Atrás queda el “caso de los Pujol i Ferrusola ”, el
de los políticos que ya están
en la cárcel , el de los que no están en ella pero se
les espera y tantos otros a nivel nacional y regional. Ahora nos centramos
en los consejeros de Caja Madrid, en concreto en la parte de
los 86 que consideramos que son de los nuestros. Sí, esos que nos
representan en calidad de lo que somos, trabajadores. Nos fijamos en ellos, y convendremos
que no nos vale la cita de Franklin Roosevelt: “Tal vez Somoza sea un hijo de
puta, pero es nuestro hijo de puta”. De ninguna manera nos vale esa filosofía.
No es la nuestra.
¡Pero
cómo íbamos a imaginar, nunca aceptar, que nos robaban
los nuestros! Necesitamos saber desde cuándo, todos los dóndes y quiénes lo
sabían y callaban. De sus respuestas dependerá que pase cuanto antes la tristeza
que nos produce esos robos de los nuestros. Otra cosa es el olvido y el perdón.
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