Manuel Cañada con miembros del Campamento Dignidad |
Muestra de esas dos caras fueron los resultados en España de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Algo nuevo empezaba a nacer con el objetivo de que lo viejo acabara de morir. Luego vinieron las elecciones en Andalucía para confirmar el principio del fin del modelo bipartidista.
Ahora el partido de José Antonio Monago se agarra a un supuesto cariño del pueblo ante los resultados adversos que predice la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas en la región. Curiosamente, Monago hizo lo mismo el pasado mes de marzo cuando un sondeo de Sigma Dos recogía que los extremeños lo preferían para presidir la Junta. “Noto el cariño de los extremeños y es lo que me da fuerzas para seguir trabajando día tras día", dijo por entonces.
Sabemos del poder que acumula su gobierno para escribir y repetir de forma cansina su figurado relato. Pero han sido tantas las evidencias del auténtico relato, tanto reciente: denuncias a interlocutores sociales, a policías, a desahuciadas, a la Delegación del Gobierno, insultos a adversarios, etc., como anterior: cierres de centros de salud, copago farmacéutico, tasa del agua, etc., que se hace imparable el cambio. Además, como el affaire “viajes a Canarias”, “2 Sures”, la supuesta apropiación del logo campaña “Hacemos Extremadura” y la retirada de la música tradicional del PP en sus actos políticos roza el esperpento, está contribuyendo al reforzamiento del empoderamiento ciudadano.
También será fruto del empoderamiento la nula representación que obtendrán los que dieron el cambiazo en 2011. Será la resultante de la constatada inútil fuerza política (tres diputados) que desarrollaron durante cuatro años para quienes debían defender.
Por el contrario, se muestra con esperanza e ilusión lo que acaba de nacer. Más política vendrá con su representación institucional si no abandona su papel en la calle. En ella están los combativos campamentos dando muestra evidente del empoderamiento ciudadano, de la política.
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