El martes tuvo lugar la
primera sesión de la novena legislatura de la Asamblea. Titulares generalizados de la sesión:”Blanca Martín ya es la
segunda mujer que preside la Asamblea”. Los medios hacen referencia a la primera mujer que la presidió: la
izquierdista María Teresa Rejas. Justo el día previsto para investir
presidente a Fernández Vara, el 4 de julio, hará 20 años que Rejas
ocupó dicho puesto. Meses atrás, 24 de mayo de 1995, se habían
celebrados elecciones autonómicas en las que el PSOE perdió la mayoría
absoluta obtenida en 1991(pasó de 39 diputados a 31), el PP
obtuvo 27 (8 más que en las anteriores), IU 6 (dos más) y Extremadura
Unida un diputado (por ninguno en las anteriores). PP e IU pactaron la
composición de la Mesa, y Rejas fue elegida presidenta. Hasta ahí todo normal, legítimo, y
destacable que Rejas fuera la primera mujer que presidiera el templo de
la democracia de Extremadura. Al año siguiente de ocupar Rejas su
cargo, le fue concedida la Medalla de Extremadura a Antonio Vázquez
López por ser el primer presidente de la Asamblea. Y en
1997, sendas medallas les fueron concedidas a Luís Jacinto Ramallo
García y Manuel Bermejo Hernández por ser los primeros presidentes de la
Junta Regional Preautonómica de 1978/1980 y 1980/1982.
Las concesiones vinieron de la mano del presidente Juan Carlos Rodríguez
Ibarra, y fueron otorgadas y recogidas siendo Rejas presidenta de la
Asamblea. Llama la atención que para la primera
mujer que presidió la Asamblea no se tuviera el mismo gesto en aquellos
años que para los referidos. ¿No es la condición de mujer
lo que se destaca ahora de Martín? ¿Acaso que la presidencia de Rejas
fuera poco más de dos años la inhabilitaba para tal concesión? ¡Cuánto agravio innecesario se produjo que sirvió de excusa para el cainismo sobre la investidura de 2011! Teresa Rejas estará muy
feliz con el premio “Juanita Elguezábal” que le concedió en 2011 el Área
de Igualdad del Instituto Municipal de Asuntos Sociales del
Ayuntamiento de Cáceres en su segunda edición. Pero no les parece a sus
señorías que a la primera mujer que presidió la Asamblea… No hablan del
valor del diálogo, de tiempo de acuerdos. Pues eso, un gesto.
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