El “yo voy en serio” de Pedro Sánchez, aunque haya sorprendido a
muchos era ciertamente previsible. A la fuerza, en el tablero dos
partidas para él: la investidura y la secretaría general del PSOE.
Nadie duda que los españoles se tomaran en serio las
elecciones del pasado 20D, y que su fruto haya sido cuatro actores
principales en el tablero político. Tampoco dudarán sobre la falta de
seriedad de Mariano Rajoy cuando a la propuesta que le hizo Felipe VI en
la ronda de consultas a los partidos con representación parlamentaria
para ser candidato a la investidura de la presidencia del Gobierno
contestara con un “pasapalabra”.
Con esa negativa
Mariano abrió paso al candidato Pedro Sánchez (ya es Pedro). De tal
suerte, que días atrás tras aceptar el encargo del rey de someterse a la
investidura, Pedro en rueda de prensa ad hoc manifestó en tono formal y cumplidor: “Yo no soy Rajoy. Yo voy en serio y espero que el resto vayan en serio".
Esa aceptación de Pedro supuso, de entrada, que Mariano
apareciera posteriormente con cara seria; que Albert Rivera se olvidara
de su broma: “salvar al soldado Sánchez “; que Pablo Iglesias demandara
en serio que Pedro elija hacer un gobierno con Podemos y no con
Ciudadanos; y que los ciudadanos premien tal aceptación, según reciente
encuesta de Metroscopia.
El “yo voy en serio” de
Pedro, aunque haya sorprendido a muchos era ciertamente previsible. A la
fuerza, en el tablero dos partidas para él: la investidura y la
secretaría general del PSOE. El proceso de investidura traerá gobierno o
elecciones. Si hay gobierno encabezado por Pedro, habrá ganado su
partida. Si no lo hay (luego elecciones) pero logra responsabilizar a
quienes lo impidieron, también habrá ganado la partida. Sendos
escenarios, le reportarán renovar la secretaría general del PSOE, por ir
en serio.
Nota singular. Entre tanto, Alberto Garzón reclama a PSOE y Podemos que se pongan a hablar en serio.
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