Rajoy
exigió la recusación del juez Garzón, la comparecencia de Bermejo y
Zapatero en el Congreso y la dimisión del ministro, porque habían
coincidido Bermejo y Garzón en una cacería al inicio del caso Gürtel. Lo
pedía «en nombre de la credibilidad», ya que la cacería era algo obsceno, que liquidaba la calidad de la democracia y era «inaceptable en un país como el nuestro». Y sobre el caso Gürtel añadió: «Esto
no es una trama del PP, es una trama contra el PP. Haremos lo que esté
en nuestras manos para que nadie manche la imagen de nuestro partido».
El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM),
Francisco Javier Vieira, almorzó en el reservado del restaurante
Solchaga (Madrid) con el consejero de Presidencia y Justicia y
secretario general del PP en la Comunidad de Madrid, Francisco Granados.
Justo un día antes de que en un auto, cuyo ponente fue Viera, el TSJM
acordara asumir la investigación del caso Gürtel, que aborda la presunta
corrupción de personas vinculadas al PP y aparecen imputados tres
diputados autonómicos y otros tantos alcaldes de dicho partido. Además,
si el caso llega a juicio como parece previsible, Vieira presidirá el
tribunal juzgador. Los hechos, cacería y almuerzo, son básicamente
semejantes, tanto por la relevancia de los comensales como por la
cercanía del inicio de la respectiva actuación judicial. Rajoy, por
coherencia, está obligado a no mirar para otro lado, pues las pruebas
del algodón ante quienes manchan la imagen de su propio partido resultan
presuntamente positivas. Si no reacciona, Míster Propet se lo llevará
también a él.
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