Casco, Escobar y Nogales |
Extremadura Progresista
Los resultados de las elecciones
autonómicas de 2011 en Extremadura fueron una sorpresa para los tres
partidos con representación en la Asamblea. A todos pilló a contrapié.
El cortejo a Izquierda Unida hizo acto de presencia sin ningún tipo de
pudor. A IU parecía que le iba la marcha. Puso deberes a los dos novios
aspirantes al casamiento, “Los Doce “mandamientos”, porque 37.096 votos
(7.068 más que en 2007) y tres escaños daban para que sendos pujaran
fuerte. Pero no hubo tiempo para la puja porque pudieron los agravios
acumulados, la necesidad histórica.
Celebrada la boda se inicio la convivencia y obligada exposición en
fechas señaladas, los Presupuestos Generales de Extremadura y moción de
censura. También en toda una serie de actos de notable visibilidad,
renta básica, educación, sanidad, etc. hubo exposición de la buena
convivencia del matrimonio. Estas actuaciones propiciaron relevante
dimisiones y crisparon el ambiente general de la familia (hasta un
diputado marcó posición diferenciada).
Por si fuera poco lo
referido, apareció lo de las cuentas poco claras de un diputado de la
familia, cuya derivada inmediata ha sido que tres miembros de la casa
exigen el cese de dicho diputado por “transparencia y honestidad” o se
van ellos.
Sabemos cuanta alegría hubo la noche electoral de mayo
de 2011 en la sede de IU regional, nos acordamos de aquello de “ni por
activa ni por pasiva” y, a la vez, constatamos el fracaso de abatir un
kerenski, que está políticamente más vivo que en 2011.
En fin,
entre lo que aprietan los círculos y que los propios anuncian que se van
hacen bueno aquello de “en casa del pobre, dura poco la alegría”.
Al
final queda el caos y la afirmación de quien se va “ahora no somos
nada, pero podemos llegar a ser todo porque ellos pueden llegar a
serlo”. ¿Entonces las alforjas para el viaje de tres años? Para nada,
los 37.096 para nada. Ética y estética, miserables.
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