El
pasado 17 de abril, el partido ultraderechista Auténticos Finlandeses
alcanzaba el tercer lugar en las elecciones (casi con el mismo
porcentaje de votos que los dos que les precedieron) con un discurso
contrario a las ayudas de rescate a Grecia, Irlanda y Portugal.
"¿Por qué nuestro dinero tiene que ir a destinos inciertos? No podemos
renunciar a nuestro dinero. Si la vaca es finlandesa tenemos que
ordeñarla en Finlandia y no enviar su leche al extranjero", manifestó su líder Timo Soini.
Al
día siguiente, el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy cuestionaba el
acuerdo de Schengen sobre la creación de una zona de libre circulación
con la supresión de las fronteras comunes de los países firmantes,
puesto que la Comisión Europea daba la razón al Gobierno de Francia en
el enfrentamiento con el Ejecutivo italiano a cuenta del destino de
miles de norteafricanos arribados a las costas de Lampedusa. La
presidenta del ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, manifestó
que "solo una salida de Francia del espacio Schengen permitirá al país controlar sus fronteras". Días después, 26 de abril, Sarkozy y el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, pedían la reforma del Tratado de Schengen para adaptarlo a "las nuevas exigencias, con cláusulas que permitan restablecer los controles fronterizos en momentos de emergencia".
El
martes 19 de abril, los impulsores de las consultas soberanistas
celebradas en municipios de Cataluña registraron en el Parlament una
Iniciativa Legislativa Popular para que la Cámara convoque un referéndum
secesionista oficial.
La
ola reaccionaria avanza en Europa y muestra la cara individualista sin
pudor. Las muestras de la escalada no dejan de sucederse. Todo indica
que, tanto los más afectados por la crisis como los afines al "nos roban",
están engordando los resultados electorales de tales opciones
políticas. La derecha clásica para captar a esos votantes toma
iniciativas o hace proclamas populistas que en nada benefician a
consolidar la Unión Europea, ni a superar la crisis en su ámbito
territorial. Las propuestas centradas en todos, solidarias y de afirmación de lo colectivo, vendrían a ser la alternativa a las propuestas centradas en ti.
Las
primeras emanarían de la ciudadanía a modo de reacción continuada
contra los responsables de la crisis, y en defensa del estado de
bienestar y de la democracia; las segundas, desde el conocido
paternalismo, pretenden que continúe el estado de letargo e indiferencia
de los ciudadanos para evitar tener que hacer alguna concesión. Sabemos
de las propuestas centradas en todos
que se están produciendo en el mundo árabe están provocando una ola
imparable de cambios; está por ver como se articularán dichas propuestas
en nuestra sociedad.
En ¡Indignaos! (alegato contra la indiferencia) Stéphane Hessel da pistas para reaccionar contra las propuestas populistas de centrados en ti; también lo hace Vicenç
Navarro en Rebélate cuando denuncia que las políticas de concentración
del poder financiero y empresarial están dañando seriamente tanto al
estado del bienestar como a la democracia, a la vez que reclama
movilizaciones para exigir al Estado que responda a la sociedad en lugar
de imponerse a ella.