Días
antes del final del mandato, George W. Bush condecoró con la Medalla de
la Libertad a los ex primeros ministros del Reino Unido y Australia,
Tony Blair y John Howard, que fueron los dos principales aliados de EEUU
en Irak. Coincidió con el reconocimiento de su Administración de la
aplicación de tortura a presos en Guantánamo.
El
martes para despedirle en el que fue su último día en Casa Blanca, 500
manifestantes lanzaron 40 pares de zapatos contra sus puertas.
Pretendían mostrarle su reprobación y solidarizarse con Muntadhar
Al-Zeidi, el reportero iraquí que arrojó al dirigente sus zapatos
durante una rueda de prensa en Bagdad.
En su discurso inaugural, Obama decía: "Doy
gracias al presidente Bush por su servicio a nuestra nación y por la
generosidad y la cooperación que ha demostrado en esta transición", y añadía: "Rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales".
Poco después tomaba decisiones encaminadas al cierre de Guantánamo, a
la vez que acompañaba amablemente a Bush hasta el helicóptero que lo
llevaría a su rancho de Texas.
Puede que Garzón le espere en Europa.
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