lunes, 14 de abril de 2008

Democracia sindical y San Quintín.

Voz emérita
Julio Lacuerda
Hace años se atribuyó a Alfonso Guerra la frase, supuestamente dirigida a quienes discrepaban de las tesis oficiales del partido, de: “Quien se mueva no sale en la foto”.

Hace pocos días, Julio Lacuerda, secretario general de la Federación de Servicios Públicos de la UGT, ha respondido a sus afiliados que discrepaban del preacuerdo de Justicia en los términos siguientes: “que la UGT no es la prisión de San Quintín”, y aquel afiliado que no esté de acuerdo con lo que se había negociado podía darse de baja. Lo decía a sabiendas de que el rechazo al preacuerdo había sido del 85%.
Reclamar participación e implicación en la toma de decisiones al afiliado es deber fundamental de toda organización que se precie de ser democrática, es decir, lograr que el afiliado cotizante actúe como militante.

Quienes desde su supuesta condición de servidores públicos pretenden cercenar o dificultar el ejercicio de ese derecho del afiliado quedan retratados por su rancio centralismo democrático, desmerecen a la organización que representan y refuerzan la democracia delegada contra la que tantos trabajadores lucharon y luchan a lo largo del movimiento obrero, y además acabaron, muchos de ellos, con sus huesos en la prisión, incluso en la de San Quintín.

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