A finales de mayo a nadie le suena extraño lo de democracia real; si bien a Esperanza Aguirre no le gusta lo de real. Caso de llevar dicho término a los resultados electorales de las autonómicas del pasado 22M, encontraríamos que la
representación real derivada del sistema electoral de proporcionalidad
pura y circunscripción única daría el reparto de los 65 diputados de la
Asamblea de Extremadura (teniendo en cuenta los 665.523 votos válidos) de la forma siguiente: PP-EU,
30 diputados por sus 307.558 votos; PSOE-Regionalistas, 28 diputados
por sus 289.467 votos; IU-V-SIEX, 4 diputados por sus 37.096 votos; UP y
D, 1 diputado por sus 7.062 votos; IPEX, 1 diputado por sus 4.675 votos
y Ecolo Verdes, 1 diputado por sus 3.855 votos.
Sin embargo, esta representación real no se ha producido porque la Ley Electoral de Extremadura
exige el umbral del cinco por ciento de los votos válidos (totales
emitidos menos los nulos) para obtener escaño; cosa que solamente han
conseguido PP, PSOE e IU. Tampoco habrían obtenido presencia en la
Cámara si el umbral se hubiera situado en el tres por ciento, que
reclama IU desde hace años. De rebajarlo al uno por ciento, el PP habría
obtenido 31 escaños, PSOE, 29; IU, 4 y UP y D, 1.
La
representación política real descrita significaría: a) que PSOE junto
con IU no alcanzarían la mayoría de 33 escaños; b) que PP sumando los
escaños de UP y D, IPEX y Ecolo Verdes sí podría alcanzarla; c) que
habría otras combinaciones para alcanzarla contando con las minorías. Es
decir, que la llave y responsabilidad no estaría sólo en las manos de
IU, porque habría hasta otras tres organizaciones más con llave. Sin
embargo, si el umbral fuera del tres o uno por ciento la única llave
decisiva la tendría IU.
Por
otra parte, y desde la filosofía de representación política real, cabe
destacar que el PP no llega a alcanzar los 332.762 votos que
conformarían la mayoría absoluta (la mitad más uno de los válidos) ni
sumándoles los 9.396 votos blancos y los 15.592 votos de las tres
organizaciones minoritarias juntas; hecho que si sucede si a los votos
del PSOE se suman los votos blancos y los de IU.
Ha dicho Pedro Escobar, coordinador de IU, que la posición final de su organización será sobre la base de cumplir “la voluntad del pueblo extremeño”, y que a tal fin se celebraran asambleas
con el objeto de que afiliados y simpatizantes expresen su opinión
sobre el asunto de la gobernanza de Extremadura; luego no es
descabellado pensar que en la mesa de las asambleas previstas estén
representantes de los partidos con representación política real (que no legal) que le ha otorgado el pueblo extremeño en las urnas del 22M. Nos quedamos a la espera.
Mientras tanto, el secretario general del PP de Extremadura, Fernando Manzano, dice que “lo lógico, lo razonable, lo sensato, lo ético es que mande el Partido Popular durante los próximos años” y ”Guillermo, vete ya”; por su parte, el candidato popular a presidir la Junta, José Antonio Monago, manifiesta que “ya se siente como presidente de los extremeños”.
Solo han pasado dos meses desde que Manzano pedía a la Junta que aprobara el expediente de segregación de Guadiana del Caudillo
como nuevo municipio sin tener que omitir la segunda parte del nombre
del pueblo. Nada dijo sobre retirar la simbología franquista (placa y escudo)
en la fachada del ayuntamiento de dicho pueblo donde gobierna su
partido. Monago, defendió públicamente la misma posición que Manzano.
Además, dijo aquello de ”ya se resolverán en el futuro”, refiriéndose a cómo quedaría lo del nombre al final (puesto que preveía alcanzar mayoría absoluta).
La
comunicación que he tenido con IU de Badajoz sobre este asunto ha sido
muy fluida, especialmente con Manuel Sosa. Ambos compartimos la
necesidad de verdad, justicia y reparación para
las víctimas del franquismo. Y sin duda alguna, la retirada de la
simbología franquista que loa al dictador debería ser una condición
previa exigible antes de iniciar cualquier tipo de conversación con el
PP. Yo mismo me presto a sujetar la escalera para que Monago retire la
placa y escudo franquista del pueblo donde nací, Guadiana del Caudillo.
Eso sí, las palabras “Guillermo vete ya” y ”mande el PP” dicen
mucho, de entrada, sobre el talante de quienes ya sienten representar a
todo el pueblo extremeño. Aunque nunca se sabe, siempre está ahí el
recurrente: “París bien vale una misa”, pero Escobar tiene talento suficiente para no dejarse engañar; además, ha recibido buenos consejos
por parte de otros compañeros dirigentes que en otros lares (CCAA)
viven la realidad de los hechos, no sólo palabras, de gobiernos
populares.
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