Los
dirigentes políticos españoles eran un referente social hasta hace poco
tiempo. Ahora, la última encuesta del CIS nos indica que, salvo
contadas excepciones, están dejando de serlo.
Se
incrementa de forma imparable el número de ciudadanos que los considera
un lastre, un problema. Las prácticas corruptas están laminando la
confianza de la que fueron depositarios en su día, y el interés
partidario que muestran en la resolución de los problemas generales
profundiza la desafección política.
La desvergüenza ante la corrupción es tal, que el ex presidente Pujol recomienda mirar para otro lado, pues "todos haríamos un poco de hedor".
Eso
sí, mientras tanto cobran salarios dignos por su trabajo: alcalde de
Badajoz, 73.500 € anuales; de Mérida, 65.144 €; de Madrid, 119.985 €; de
Barcelona, 125.194 €; diputados liberados de la Asamblea, 47.335 €;
consejeros municipales y concejales liberados del Ayuntamiento de
Mérida, 41.578 €; presidente Vara, 64.295 €; Zapatero, 91.982 €;
Aguirre, 98.700 €; Montilla, 164.043 €. Tantas esperanzas depositadas en
la democracia, y de nuevo se abre paso la monotonía de la
lluvia en los cristales en la tarde parda y fría de invierno. Y no son
recuerdos de infancia para los jóvenes que contestan al CIS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario